
El secreto de la costa pontevedresa es una ría en miniatura. La delimitan cabo Udra, en Bueu, y punta Couso, en Cangas. Y, aunque «realmente no es una ría porque no está generada por la erosión de ningún río», en palabras del profesor emérito de Geología de la UDC, Juan Ramón Vidal Romaní, que la definió en una entrevista a Radio Voz como «un entrante profundo en la costa de la ría de Pontevedra», Aldán encarna el paraíso terrenal de las calas en Galicia. Por su cantidad en tan poco espacio de litoral y, ante todo, por su calidad. Concentra una veintena de playas de arenas finas y blancas protegidas del viento y del oleaje.
Arenales vecinos entre sí, se puede pasar trepando por las rocas de San Xián a Pipín, o caminando desde este a Castiñeiras. Además, proporciona la meta con la que sueña todo buen viajero: calas recónditas, desconocidas para el gran público y hasta para los vecinos (por lo que no desvelaremos aquí ni sus nombres ni su localización). Se la reparten dos municipios, Bueu y, principalmente, Cangas.
En su cara occidental están las playas de la parroquia de O Hío, (Cangas). Justo enfrente, las de Aldán (Cangas) y Beluso (Bueu), en la boca de la ría. Aunque empiezan a ser muy populares -y a llenarse de coches en viales y caminos que no estaban preparados para recibir a hordas de turistas, sino para conectar las fincas con una salida al mar-, un recorrido por sus playas es un viaje más que recomendable. Advertimos: si prueba, seguramente no querrá ir después a otras.
Fuente: https://www.lavozdegalicia.es